↓
 ↓
Sacarse el ojo y volvérselo a poner, escuchar. Entrevista a Angélica Piedrahita.

Entrevista

Sacarse el ojo y volvérselo a poner, escuchar. Entrevista a Angélica Piedrahita.

por Sandra Sánchez

->

Tiempo de lectura

8 min

Además de ser una artista multimedia preocupada por los dispositivos tecnológicos que construyen la memoria, los ritmos humanos y no humanos que circundan el cotidiano y la producción de experiencias e imágenes, Angélica Piedrahita da clases de Imagen estática y en movimiento, Multimedia, Nuevos medios, Video y Arte sonoro, en la UDEM, Monterrey. En entrevista, nos cuenta sobre sus tránsitos entre ambas prácticas y su vocación por lo experimental e inmersivo.

SS: En tu práctica artística hay un interés sobre la producción de imágenes y visualidades que construyen narrativas y estereotipos culturales, ¿cómo trabajas ese problema desde el salón de clases?

AP: No trabajo con el término estereotipo, más bien uso interfaz cultural, que es de Lev Manovich. Para él, el libro es una interfaz cultural, también el scroll de la web; la inmersión y el escorzo en la Capilla Sixtina tienen que ver con interfaces culturales. Hace una especie de genealogía de la mirada, en la misma línea de Régis Debray o de Las técnicas del observador de Jonathan Crary, que tiene que ver con formas en las que dispositivos hacen que se transformen ciertas ideologías. Quizá puedas decir que es un determinismo tecnológico, van de la mano. Todos los políticos tienen Instagram, Twitter, Tik Tok; hay una demanda de la imagen que hace que entremos en esferas de lo público y lo privado. Más que estereotipos se trata de entender las prótesis visuales que todos tenemos. En el caso de los estudiantes es enseñarlos a desarmarlas y a rearmarlas, a hackearlas, a rediseñarlas y a ser conscientes de en cual me estoy situando yo en este momento.

SS: En 2018, en el Encuentro Javeriano de Arte y Creatividad, presentaste Estéreo Nostalgias Y Telepaseos Por Un Lugar En El Caribe. Las diferentes piezas son resultantes de una investigación sobre la comisión que la compañía norteamericana de producción estereoscópica Underwood & Underwood hizo, en 1913, a Horace Dade Ashton con la finalidad de crear un tour estereoscópico por Barranquilla, Colombia, puerto importante en la época.

A partir del uso de un dispositivo de visualización móvil presentaste a los habitantes actuales de Barranquilla imágenes estereoscópicas y les preguntaste sobre los lugares que allí se muestran. Me interesa la tensión entre imagen, archivo y narración. Compártenos cómo constelas estas tres aristas y cómo transmites a tus estudiantes las posibilidades de trabajo desde ese entramado.

AP: Estéreo Nostalgias es un proyecto que lleva mucho tiempo, empezó en el 2015 con ejercicios diversos que se han ido transformando en muchas cosas, actualmente en un libro. Empecé a trabajar el proyecto con estudiantes de grado, llegamos a un lugar muy interesante que es plantear que la Historia misma está hecha a partir de imágenes, archivos y narraciones. Por eso la Historia del Arte se vuelve tan importante en la narración de nuestro paso por la tierra. Recordamos épocas en el mundo a partir de sus imágenes y a partir de lo que producen.

En Estéreo Nostalgias me causaba mucho ruido que muchas imágenes tienen un tinte marcadamente colonial. Por ejemplo,el día de lavado es una imagen súper común en muchos países como Filipinas, Cuba, Perú. Son mujeres lavando ropa blanca en un río, en una composición 100% pintoresca y costumbrista. La idea era mostrar a la población norteamericana que en otros países había limpieza y una estructura en la que se podían sentir cómodos. Cuando llevé esas imágenes al lugar donde fueron fotografiadas, la narración fue otra. A ellos les importa poco o nada el discurso colonial, para ellos es importante darse cuenta de los cambios históricos que sucedieron. La cuestión es sobre el recuerdo y la historia. Eso me hizo pensar en que las imágenes de archivo están sueltas sin una narración.

Angélica Piedrahita en su estudio. Cortesía de la artista
Angélica Piedrahita en su estudio. Cortesía de la artista

El nombre del proyecto cambia en el libro, se titula ESTÉREO NOSTALGIAS: inmersión, estereoscopía y educación visual. La publicación se pregunta por la expansión de la imagen en términos de diseminación discursiva: la forma en que ciertos territorios y medios empiezan a relacionarse los unos con los otros. Hay pedazos de video, de la pieza y texto. En septiembre se hará un lanzamiento oficial en el Treceavo Encuentro de Fotografía.

SS: En Ejercicio para una posible visualización de las propiedades cuánticas de la luz mencionas que “en los fenómenos cuánticos la influencia del observador es ineludible, ya que una observación intermedia para determinar por cuál de las rendijas pasaron las partículas, cambia el resultado del experimento”. A partir de ahí, cuéntanos si consideras que la observación científica es o no parecida a la artística.

AP: Tanto Donna Haraway como Bruno Latour siempre están haciendo un énfasis en dar cuenta de la particularidad del sujeto que está observando. Ambos le hablan al científico para hacerle entender su postura subjetiva, el porqué está mirando de esa manera. En física y matemática clásica la mirada es inamovible por verificable, es algo muy determinado y desde ahí se construye. Al deconstruir estas estructuras es importante preguntarnos, por un lado, qué pasa con la cuántica y, por el otro, qué pasa cuando desde una cosmogonía indígena se estudia física.

¿Qué pasa en otras culturas? Los chinos empezaron a usar un teclado que funciona igual que el occidental, tuvieron que hacer todo un conjunto de procesos y relaciones matemáticas, físicas, químicas, para que estas formas subjetivas del lenguaje pasen. En el caso de las artes es una onda súper lacaniana: hay que desestructurar al ojo. Por su parte, la cuántica desestabilizó el sistema de creencias de la ciencia. Ambos son procesos dolorosos de sacarse el ojo y volvérselo a poner, que te dejan sobre principios de incertidumbre.

En Ejercicio para una posible visualización… trabajé con una física. En las conversaciones no sentía estar conversando con una científica: su nivel de abstracción y de entender las materialidades era cercana a la metafísica y a las artes. Aunque en el momento de representación, ella sí entró a medidas, a lo que debería estar sucediendo.

SS: En Sonría, sin pruebas no hay culpables imprimiste una serie de falsas cámaras en hojas lenticulares. El efecto es que cada cámara parece seguir al espectador cambiando de posición según su punto de vista. Desde ahí, ¿crees que la observación se ha desbordado de lo animado a lo inanimado?

AP: En el reconocimiento facial, las computadoras ven blancos y negros, la separación es lo que hace que reconozcan si eres tú o yo o quién es quién. Hay un montón de error entre el negro, el blanco y el degradado que conforma a los volúmenes. Al final, lo que le estás enseñando a la máquina es a dibujar. En la pintura y en el dibujo enseñas a desdibujar, a la máquina le enseñas qué es qué.

Lo que me parece interesante de Sonría, sin pruebas… es que son piezas falsas, de juguete, con un led. Puede que la cámara no esté grabando, pero si está presente nos vamos a comportar de una forma particular. Ahí está el control que ejercemos sobre nosotros mismos. Una imagen no es solo una imagen, empiezo a ver y a leer a otros a partir de cómo se ven.

Vista del estudio de Angélica Piedrahita. Cortesía de la artista
Vista del estudio de Angélica Piedrahita. Cortesía de la artista

SS: Finalmente, y a partir del trabajo con tus alumnxs, ¿cómo crees que han cambiado los regímenes de visualidad de tu época de estudiante al presente?, ¿cuáles imaginas que son los retos para seguir produciendo imágenes sin que estas sean completamente capturadas por lógicas de publicidad?

AP: Por décadas, ha habido un cambio muy fuerte en el estatuto de las imágenes, incluso de los objetos. Ahora estoy trabajando en expandir la noción de que una imagen no solo es un elemento visual. Si entendemos que una imagen puede venir tanto de una experiencia como de un pensamiento o de un sonido, estamos un pasito más allá de las lógicas publicitarias.

Desde el 2019, un amigo y yo empezamos a hacer talleres de escucha de corazones con un estetoscopio. Grabamos los sonidos de los asistentes e hicimos remezclas. Hubo una sesión con niños, uno no sabía donde estaba su corazón y cuando le pusimos el estetoscopio nos preguntamos: “¿Dónde tienes el corazón, niño?”, era una persona muy introvertida y silenciosa. Otro niño, más extrovertido, nos dijo que estaba en todas partes y sí, efectivamente, le pusimos el estetoscopio en la cabeza y el corazón se salía de su cuerpo. Entre todos generamos una cordialidad, una sintonía de corazones; había una cosa muy emocional solo con escuchar el corazón del otro.

El corazón ha estado representado por años con el “pum pum, pum pum”. Nos preguntamos en qué momento se movió el tratamiento de la psique del corazón a la cabeza. Harvey [Williams Cushing] encontró la glándula pituitaria, todo lo pasamos al cerebro y el corazón quedó desprovisto de emocionalidad. Tuvimos que parar el proyecto por la pandemia. Después, aislada de la gente, terminé en la escucha y grabación de aves. Ahora estoy trabajando en la traducción a cerámica de los cantos de ciertas aves de la ciudad.

Sandra Sánchez

Angélica Piedrahita, Biopoéticas 3, en la Sala de Exposiciones Temporales del CEIIDA. Cortesía de la artista
Angélica Piedrahita, Biopoéticas 3, en la Sala de Exposiciones Temporales del CEIIDA. Cortesía de la artista

Pueden disfrutar el trabajo de Angélica Piedrahita en​​ https://lapiedrahita.com/, o, si se encuentran en Monterrey, pueden visitar la exposición Biopoéticas en la sala de exposiciones del CEIIDA hasta el 31 de agosto del 2021.

Imagen de portada: Angélica Piedrahita y sus alumnxs en un taller de avistamiento. Foto: Andrea Juárez Neyra.

Publicado el 31 jul 2021