Bóca presenta la exposición Plenilunio de Kit Schluter.

¿En qué profundidades distantes o cielos
ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?

William Blake

Kit me dice que acude al lienzo como una forma de escapar del lenguaje. Si observamos la obra y nos preguntamos por la intención del artista, es posible que no percibamos de inmediato dicho “escapismo”. En cambio, podríamos tratar de entender las formas que aparecen en la superficie para tomarlas y hacerlas inteligibles.

A medida que tratamos de asignarles un significado, o relacionarlas con el mundo en que vivimos, tendrán un significado diferente para cada quien, algo así como las manchas de Rohrschach. En ese sentido, sospecho que Kit no está dispuesto a describir las cosas que podríamos ver en su trabajo.

Su intención parece estar ubicada en otro lugar. Tal vez, incluso en algún lugar que no sabe bien cómo articular, en términos que no sean tinta sobre lienzo; la forma en la que su trabajo se expresa. Hay algo en la espontaneidad de construir el pensamiento de manera pictórica que ofrece algo nuevo para que el artista explore y, posteriormente, quien observa también lo experimente.

La mente del autor empieza a pensar con su mano cuando comienza a pintar: al ser un acto improvisado, responde inmediatamente a un nuevo conjunto de afectaciones que responden a preguntas que se están articulando justo al mismo tiempo dentro del trabajo mismo. La obra tiene su propia lógica interior, y al ver estas pinturas podemos percibir la mente de un artista que teje tensiones energéticas entre sus trazos.

A primera vista, se podría pensar que las pinturas son fotografías. Pero, si se observan de cerca, es evidente que no podrían existir en este mundo, y de repente su materialidad se vuelve tangible. Kit es un pintor de contrastes: el blanco y negro, la luz y la oscuridad. Su acto de composición y la imagen resultante que sucede.

En sus pinturas la oscuridad es una insistencia. El lienzo virgen resiste la tinta negra en la que el artista trabaja escrupulosamente, plegándola contra la superficie rugosa y obstinada que se niega a ceder a esa oscuridad. Por lo tanto, el lienzo en blanco no es ya la ausencia de pintura sino la presencia de la luz. Sus formas retorcidas se empeñan en existir contra la misma superficie que trata de rechazarlas. La textura del trabajo celebra esa superficie: su aspereza es lo que les da a las pinturas una calidad sensorial que solo puede provenir de tal lucha.

El trabajo ha sido insistente. Cualquiera que sea el paisaje que percibas, ya sea el infierno desde la distancia, o piel bajo la lupa, la pintura apela a un núcleo emocional que la obra tiene en su centro, que es tan abierto como lo fue su creador en el momento en el concibió su obra. En su escape del lenguaje, Kit ha encontrado una poesía no verbal, transformándose, él mismo, en un instrumento a través del cual las fuerzas insisten en expresar sus formas en el lienzo. El resultado es excitante de ver.

— Ana Segovia

Traducido al español por Mariana Rodríguez