Comencé este cuerpo de obra pensando en la carta de Reina de Corazones como un curioso objeto de juego. En el contexto de los juegos, ella representa el poder, al igual que las reinas en el mundo real, presente e históricamente. Esta representación, junto con el reflejo vertical de su imagen en la tarjeta, se sintió como un arreglo lleno de significado.

En las cartas de la corte francesa, la Reina de Corazones representa a Judith, una figura clave en los apócrifos bíblicos. En medio de una sangrienta batalla entre los asirios y los israelitas, Judith se hizo amiga del general enemigo Holofernes, entró a su tienda a media noche y lo decapitó con un cuchillo. El "equipo" de Judith fue llevado a la victoria después de este evento. Se podría debatir si deberíamos leer a Judith como una figura heroica y una fregona “girlboss”, o como una figura que cometió un acto de violencia perturbador a un gran costo personal. O quizás ambas cualidades se entrelazan en la misma tarjeta, mirándose, como en un espejo.

Una rápida búsqueda en Internet te dirá que la Reina de Corazones representa belleza, magnetismo, afecto y amor. Pensar en estas propiedades junto con la dualidad audaz y violenta presente en la historia de Judith me llevó a pensar en las imágenes de la contradicción. ¿Qué pasa si una flor se mira en el espejo y ve un cuchillo, o al revés? ¿Qué pasaría si el poderoso símbolo de la "reina" se transformara en un arreglo suave y desmembrado de imágenes más pequeñas? ¿Cómo se refractan estas nociones en competencia de poder y amor en el contexto del juego? Las pinturas y esculturas blandas de esta exposición extienden estas preguntas al espacio material, incitando a que sus contradicciones se enfrenten entre sí.

— Brooklynn Johnson