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Franco Arocha

Franco Arocha

Ruinas del futuro

Exposición

-> 7 sep 2021 – 30 oct 2021

Galería Enrique Guerrero

Se podría decir que la supervivencia de los objetos en el paso del tiempo es lo más importante en mi trabajo y es, de manera fundamental, el único interés que tengo en la creación de nuevos símbolos. Los artículos cotidianos rara vez sobreviven y la evidencia de estos objetos perdidos a menudo es secundaria a los accesorios de metal o representaciones artísticas. En un aspecto muy general, la arqueología se esfuerza en comprender cómo se habrían experimentado estos objetos en el pasado y las habilidades utilizadas para hacerlos. Como resultado, mi investigación se ha enfocado en aquellos materiales que rara vez o apenas sobreviven, y cómo estos se perciben en el presente. En específico, la pintura en las paredes es parte esencial del paisaje urbano y sin embargo, en cuanto se deteriora se desecha completamente (se convierte en basura) olvidando totalmente su valor histórico y material. Hasta ahora, mi trabajo se basa en la interpretación y abstracción de este material en todas sus expresiones posibles, devolviéndolo al arte y por tanto, perpetuando su valor, como lo haría cualquier pieza de uso cotidiano en un museo de arqueología. Mi trabajo nunca ha sido réplica de esa pintura ni de un paisaje, o de un instante, si no que es, en esencia, evidencia de un presente más o menos indefinible, permanente.

Y es el hoy, el presente y su evidencia, el que une las piezas de esta exposición. RUINAS DEL FUTURO es la recopilación de traducciones a mi experiencia en México y mi constante anhelo por encontrar imágenes y paisajes con los cuales narrar mi presente. O mejor dicho, estos paisajes, mitos e imágenes los he prestado como metáforas más reales a referentes emocionales, todo con tal de hacer de este paisaje, México, un hogar o de convertirlo, de hecho, en parte del escenario para mis memorias. Podríamos presentar las piezas que conforman RUINAS DEL FUTURO, como traducciones del paisaje mexicano y mi urgencia por comprender sus íconos (o no tan íconos); retratos únicos conformados por gestos que, algunas veces anónimos y otras veces obras de grandes autores, comparten, como por coincidencia o destino, esbozos en sus orígenes y su historia.

Mucho antes de que la arqueología fuera una disciplina académica establecida, los individuos y las comunidades usaban paisajes, monumentos y objetos para conceptualizar y articular su pasado. De hecho, mucho antes de la invención de los museos y de la escritura, quizás incluso antes de la transición de la caza y la recolección al sedentarismo, los seres humanos manipulaban deliberadamente las huellas físicas del pasado para imaginar y explicar su propia antigüedad. Si bien los ejemplos se extraen generalmente del paisaje mexicano que no contemplan iconografías establecidas, la intención es mostrarlas como iconografías personales: especies de monumentos ideales a una ciudad que únicamente existe en mi mente y cuyo único habitante soy yo (hasta ahora, al menos).

Gloriosa Victoria de Diego Rivera, es posiblemente la obra responsable de mi interés en la pintura. A mis 17 años, la pieza viajó desde Rusia a México, y posteriormente a Ciudad de Guatemala, en donde crecí y vivía en aquel entonces. Fue entonces, y sigue siendo la única pieza (de las que conozco) en la que un artista no guatemalteco, foráneo, habla sobre Guatemala, su historia, su gente y su paisaje. El deseo por apropiarme de este mural de Rivera comenzó en el 2014 cuando ingenuamente escribí al Museo Pushkin, exigiendo su devolución a Guatemala, dónde su presencia tendría la fuerza política que su autor inicialmente pretendió. En 2017, el proceso resultó en una pieza de audio en la que entrevistaba a un experto en robos de arte ayudando a crear un plan para robar la pieza al estilo grand heist films de Hollywood. Finalmente, ahora en 2021, esta exposición retoma como punto de partida la pieza de Rivera para ¿A DONDE ESTÁS GLORIOSA VICTORIA? ESTOS PLÁTANOS YA MADURARON que consiste en la recreación del mural original de Rivera con pintura de pared robada en la Ciudad de México.

MEXICO NEGRO: PROPUESTA PARA UNA SEGUNDA EDICIÓN, es una intervención al libro que cuenta la historia del petróleo en Mexico, en la que el smog que se pega a la pintura en la paredes sirve como una especie de conclusión abstracta a lo que ha acontecido desde 1986, el año que el libro de Francisco Martin Moreno fue publicado y del cual no existe ninguna actualización, hasta la actualidad. GRACIAS MÉXICO es la recreación de una jardinera a la entrada de la Ciudad Universitaria, la cual ha sido cultivada desde el ‘68, año en que se celebraron las Olimpiadas en México y que sirvió como símbolo de agradecimiento y bienvenida de los mexicanos a los atletas extranjeros participantes pero que después de 53 años no existe placa que explique a quién está agradeciendo y por qué.

Mi intención es dejar al público familiarizado con una limitada (pero auténtica) gama de símbolos actuales (cuasi permanentes desde su creación) que ejemplifican la manipulación de la vida de los objetos, los símbolos y los mitos así como con enfoques emotivos del estudio semi arqueológicon y semi autorreferencial de las memorias de mi tiempo en México, como una especie de archivo personal a un deseo permanente en insaciable de comprender este lugar y de mi audacia de apropio. Esta es una muestra de mi afecto al paisaje que renuncié al exiliarme de Guatemala y al que he adoptado en mi presente en México; a mi genuino interés en la historia actual, aquella que no logro comprender del todo pero que entiendo ahora compartimos como huella, cicatriz, amuleto, herida o monumento, con el único anhelo de inculcar una nueva tradición; por crear monumentos personales, inventar nuestras propias ciudades, imaginar paisajes únicos y recordar aquello que nosotros mismos decidimos es inolvidable.

Estos son mis monumentos, gestos materializados que hasta ahora habían vivido en mi mente como ruinas del futuro.

— Franco Arocha, 2021