↓
 ↓
Stefan Brüggemann

Stefan Brüggemann

Dos Líneas (Fe)

Exposición

-> 1 feb – 1 may
Termina en 2 días

Museo Nacional de Arte

Museo Nacional de Arte (MUNAL) presenta Dos Líneas (Fe) del artista Stefan Brüggemann, una exposición que explora las aristas del legado, el poder, el símbolo, la religión y la historia.

La fe es creer lo que aún no ves. La recompensa es ver lo que crees.

— San Agustín

Dos Líneas (Fe) es la última exposición de Stefan Brüggemann (CDMX, 1975). Una propuesta para el Museo Nacional de Arte, que habla de herencia, poder, símbolos, religión e historia, de minimalismo, arte sacro, mural- ismo y arte precolombino. El cuerpo de obra, realizado ex profeso para la exposición, viene marcado ineludible- mente por el contexto que otorga el propio museo, recipiente de grandes obras de arte que testifican la historia mexicana, desde el virreinato hasta nuestros días. El estudio de la colección sirvió como catalizador de un viaje introspectivo que concluyó en la concepción de las obras que hoy se exponen en el MUNAL.

Durante este viaje, Brüggemann logró excavar en lo más hondo de su herencia personal, herencia que mantiene un extraordinario paralelismo con la herencia cultural mexicana. Su padre, europeo, fue un reputado arqueólogo responsable, entre otros muchos proyectos, de la excavación de los restos arqueológicos de Tajín. Mientras que su madre, mexicana, trabajó en las excavaciones de la antigua catedral de México, ubicada a escasos metros de donde se encuentra el propio museo. En el marco de este proceso reflexivo afloró un recuerdo particularmente relevante. Siendo solo un niño, al observar por primera vez las filacterias de las pinturas religiosas, descubrió que la pintura puede contener texto. Esta revelación marcaría profundamente su producción artística, pues el texto ha sido el eje vertebrador de toda su obra. Antes de terminar con su autoanálisis, no se olvidó de los muralistas, a los que debe la dimensión social, política y económica de sus obras.

Brüggemann plasma toda esa amalgama de herencias e ideas, insertadas en su memoria incluso antes de su nacimiento, en las pinturas que conforman esta exposición. Se trata de lienzos de gran formato recubiertos con pan de oro, algunos con plata, donde pinta sencillas cruces hechas con spray. Los grandes campos dorados y plateados, en conjunción con las cruces de spray, dan como resultado una suerte de minimalismo simbólico donde, como en todo su trabajo, el espectador es avasallado por las cuestiones que las obras despiertan. Aunque en esta ocasión para lograrlo utilice el símbo- lo en lugar del texto habitual, el resultado sigue siendo la misma invitación a la reflexión, alejada de posiciona- mientos y adoctrinamientos.

El pan de oro y la plata, recurrentes dentro de su obra más reciente, son materiales que le permiten a Brügge- mann pintar reflejando, pues se adaptan a la perfección a la superficie a la que los aplica, evidenciando toda textura de la propia materia y reflectando cualquier pequeño gesto del artista a la hora de aplicarlos. Sin embar- go, su elección va más allá de lo meramente formal. Ambos materiales aportan un importante componente simbólico, relativo al poder, la riqueza o la avaricia, pero también son materiales con una gran tradición dentro de la historia del arte que aluden al arte sacro, al arte ornamental o las obras de arte mexicano, como las que acerva el MUNAL. Ahora bien, el uso que les da Brüggemann, extendiéndolos por toda el área de sus grandes bastidores conformando grandes campos monocromos, dota a las pinturas de una estética cercana a lo industri- al, que nos remite al minimalismo. Este choque de ideas y estilos, traslada al espectador al terreno de la anfibología y la contradicción, donde la obra de Brüggemann alcanza la dimensión deseada.

La elección del spray para realizar las cruces, que son el elemento central de las obras, nos es para nada aleato- rio. De nuevo, es un material recurrente a lo largo de toda la obra de Brüggemann. En esta ocasión, su elección aporta una significación especialmente transcendente, pues el spray remite a la protesta, a la vez que es símbolo de la expresión contemporánea. La cruz es posiblemente el símbolo más reconocible, poderoso e influyente de nuestra historia. Sobra nombrar las connotaciones obvias, y de largo conocidas por todos, que proyecta. Pero si algo tienen en común todas las obras de Brüggemann es que ningún elemento utilizado, sea material, símbolo o texto, se queda en lo que es a simple vista o tiene una sola interpretación, esta ocasión no es una excepción. Las cruces de sus obras son dos simples líneas de spray que se cruzan, como en México se cruzaron dos linajes, el indígena y el español, para conformar la herencia cultural del país. Con el título de la exposición, que com- parten todas las obras de la misma: “Dos líneas (Fe)”, Brüggemann incide especialmente en esta idea, abocán- donos a una profunda reflexión sobre la realidad cultural mexicana.

— Stefan Brüggemann